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El juego patológico, una adicción oculta

El juego patológico, una adicción oculta

En España, el sector de juegos de azar y las apuestas no para de crecer año tras año. Esta tendencia se debe en parte a la gran evolución que ha sufrido este sector, multiplicando el número de juegos disponibles (casino, bingos, apuestas online, máquinas recreativas, lotería, sorteos…) y facilitando cada vez más su acceso.

Los juegos de azar y las apuestas

Dicho incremento en los juegos de azar y las apuestas se explica también por el aumento significativo que ha habido en los últimos años entorno al número de personas que juegan y a las cantidades que se destinan a los mismos.

Por norma general, los juegos de azar y las apuestas son una actividad normal para la mayoría de personas y no entrañan ningún riesgo. Es más, existen diferentes tipos de jugadores los cuales se caracterizan por las conductas que éstos llevan a cabo. Así pues, se puede distinguir entre:

  • Jugador profesional: se trata de la persona que vive del juego, es decir, lo ha integrado a su vida como si de su profesión se tratara. En estos casos, no arriesgan, sino que sus apuestas se producen tras un análisis racional.
  • Jugador social: en este grupo, se enmarcan las personas que juegan en ocasiones especiales por puro entretenimiento, como forma de placer o por costumbre social. Estos jugadores establecen un límite de tiempo y de dinero para jugar que normalmente no varía. El juego supone diversión y no genera consecuencias negativas para el desarrollo de sus vidas.
  • Jugador patológico: es aquella persona que ha perdido la capacidad de controlar el impulso de jugar, y que por ende, eso le provoca una alteración en diferentes áreas de su vida (social, laboral, económica…). La suma de estos comportamientos generan en el jugador una dependencia emocional hacia el juego que da paso a la ludopatía, una adición conductual que se estima que afecta aproximadamente a un 2% de la población adulta (Becoña, 2004).

Asimismo, más allá de la incapacidad para frenar el impulso a jugar y las alteraciones en sus vidas, un jugador patológico se diferencia de los otros tipos de jugadores por los siguientes aspectos:

  • Sensación creciente de tensión o activación antes de empezar a jugar.
  • Experimentación del placer, gratificación o alivio en el momento de jugar.
  • Negación de la situación.
  • Optimismo irracional y pensamiento supersticioso.
  • Irritabilidad y ansiedad cuando no se puede jugar.
  • Necesidad de jugar y apostar cada vez más dinero para conseguir el mismo efecto.

Las fases hacia la Ludopatía 

No obstante, pasar de un juego profesional o social a un juego patológico, no sólo se debe al cumplimiento de las características mencionadas con anterioridad, sino que tal y como apunta Custer (1984), existe un proceso por el cual una persona se convierte en ludópata. Las 3 fases que componen este proceso son:

  1. Fase de ganancias: la persona todavía juega poco. Da importancia a las ganancias y minimiza las pérdidas aumentando su optimismo y autoestima.
  2. Fase de pérdidas: gracias al optimismo de la primera fase, el tiempo y la cantidad invertidas se incrementan, con el objetivo de conseguir mayores ganancias. Sin embargo, lo que aumentan no son las ganancias, sino todo lo contrario. Las pérdidas se disparan y la persona acaba perdiendo todo su dinero y recurriendo a otras fuentes (familia, bancos…) para conseguir dinero. Una vez las deudas se han disparado, el jugador ve el juego como la única opción para recuperar el dinero perdido y pagar dichas deudas. Este hecho hace que la persona se vea obligada a confesar el problema, prometiendo dejar de jugar. No obstante, una vez ha conseguido solventar las deudas, vuelve a jugar.
  3. Fase de desesperación: el jugador alcanzar gran intensidad y ya sólo vive para jugar. Se despreocupa totalmente de la familia, los amigos y el trabajo, lo que hace que aumenten los riesgos y que el jugador se vea implicado en grandes problemas financieros y legales. En esta tercera fase, la persona se siente agotada y desesperada tanto física como psicológicamente, originando un estado de pánico y viendo como únicas salidas el suicidio, la cárcel o la búsqueda de ayuda.

La familia del jugador patológico 

Pero no solo la persona con problemas de adicción ve afectada su vida, sino que también lo hacen las vidas de sus allegados. De este modo, los familiares del propio jugador patológico también pasan por un proceso, el cual está compuesto por las siguientes fases:

  1. Fase de negación: se le resta importancia al comportamiento que tiene la persona con el juego, pensando que se trata de algo pasajero y que con el tiempo pasará. Se tiende a ignorar el problema y pueden pasar años puesto a que el jugador engaña y/o oculta información sobre su adicción.
  2. Fase de estrés: esta fase se inicia cunado las dificultades económicas se hacen evidentes y el jugador ya no puede ocultar más su adicción al juego. El familiar intenta ayudar a la persona a resolver el problema, a la vez que aparecen en el mismo familiar sentimientos de frustración, resentimiento, ansiedad derivadas de la situación.
  3. Fase de agotamiento: los sentimientos de la fase anterior se convierten en angustia, confusión, agotamiento, ira o depresión, llegando a generar diferentes trastornos psicológicos y psicobiológicos. En esta etapa, los comportamientos del jugador patológico con el juego ya afectan a todas las áreas de la familia.

Con todo ello, se vuelve indispensable que tanto la persona con adicción al juego como su familia, reciban un tratamiento psicológico adecuado que les ayude a revertir la situación.

Aunque históricamente, se haya optado por tratamientos cognitivo-conductuales para recuperar el autocontrol, con el paso de los años, se han ido incorporando al tratamiento de las adiciones nuevas metodologías basadas en las terapias de tercera generación tales como la arteterapia, el mindfulness, la Realidad Virtual o el EMDR.

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Acerca del autor:

ISEP
40 años acompañando en el crecimiento profesional en psicología, educación, logopedia y neurociencias.

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