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La influencia de las emociones en el proceso de aprendizaje de los niños

La influencia de las emociones en el proceso de aprendizaje de los niños

Las emociones son reguladores más importantes de nuestra vida psíquica y surgen durante casi cualquier actividad de la persona.

Vivimos en una sociedad que está determinada por la información y por el conocimiento. El presente artículo tiene como objetivo general demostrar la influencia de las emociones en diferentes aspectos de aprendizaje tales como la motivación, la autoestima, la memoria, la atención y la curiosidad.

¿Qué es la reacción emocional?

Según Francisco Mora la reacción emocional es un mecanismo puesto en marcha de modo automático, ya que tiene por finalidad realizarse en el menor tiempo posible. En otras palabras, la emoción es una reacción inconsciente, que prepara nuestro cuerpo para atacar, correr o huir ante el peligro o abalanzarse ante una fuente de comida de una manera casi automática (Mora, 2012).

El cerebro emocional reacciona más rápido que el cerebro racional porque es producto de la evolución. De este modo las reacciones emocionales determinan la calidad de nuestra vida. Las emociones sanas y bien gestionadas significan para nosotros tener buena salud psicológica, la percepción adecuada del mundo que nos rodea, buenas perspectivas del desarrollo intelectual, los valores estables etc.

Emociones en el entorno escolar

Empezamos a aprender desde los primeros momentos de la vida y seguimos haciéndolo a lo largo de todo el ciclo vital. El niño casi cada momento está aprendiendo algo tanto de sus maestros como de su familia y del mundo que lo rodea.

La calidad de este aprendizaje en etapa escolar depende de las capacidades del propio niño, del ambiente familiar y del sistema educativo. Y también desde los primeros días de la vida el desarrollo integral y equilibrado del niño depende del conocimiento global de sí mismo.

Este conocimiento incluye las áreas de las capacidades físicas, cognitivas, sociales y emocionales. En el ámbito escolar las emociones afectan no solo los procesos sociales, sino también educativos.

Las Emociones y la Motivación

Según Domínguez Rodríguez (2004) “el sistema emocional constituye el sistema motivacional primario de la conducta humana, siendo el sistema emocional el que organiza la personalidad, la conducta y las cogniciones” (pág. 53).

De allí podemos concluir que la motivación y las emociones van muy unidas e influyen mucho en el comportamiento del individuo. En el contexto académico, la motivación es uno de los factores más importantes que influye en la conducta de los estudiantes tanto hacia el programa escolar como hacia las relaciones personales (García Bacete & Domenéch Betoret, 1997).

Las emociones negativas (ansiedad, ira, tristeza) pueden reemplazar las emociones positivas y afectar la percepción positiva de la tarea. Además, puede aparecer la motivación extrínseca negativa que puede provocar la conducta de evitación y como resultado la no ejecución de la tarea.

La esperanza y el disfrute anticipatorio de la realización de la tarea favorecen a la motivación extrínseca positiva. En cambio, la desesperanza reduce o anula por completo la motivación extrínseca porque el estudiante se siente incapaz de alcanzar los resultados positivos. Las emociones retrospectivas (alegría por los resultados, orgullo, decepción, ira, vergüenza etc.) funcionan como reacciones a la tarea e interfieren en la ejecución y resultado de la misma, por lo tanto, pueden desarrollar la motivación extrínseca (Pekrun, 1992).

Las Emociones y la Autoestima

Para analizar el rendimiento académico de un alumno es indispensable estudiar tanto sus capacidades reales como las propias creencias del individuo sobre sus capacidades para realizar una tarea.

Para saber qué tipo de relaciones mantiene el alumno consigo mismo es necesario ser consciente de las emociones que acompañan el proceso. Nuestros pensamientos siempre van acompañados por los sentimientos, nunca somos solo la parte racional de nuestro cerebro.

La formación de la autoestima depende en primer lugar de dos procesos que están continuamente interactuando: la evaluación y el afecto.

La autoevaluación determina el desarrollo de sentimientos con respecto a nosotros mismos. El proceso afectivo, muy unido con la evaluación, se refiere a las reacciones emocionales activadas en respuesta a la autoevaluación.

Al concepto de la autoestima influyen los sentimientos de autoaceptación, autovalía, autorrespeto, autorechazo, competencia, etc. (González & Tourón, 1992). La correcta regulación de emociones y la autonomía emocional incluyen un conjunto de características entre las que se encuentra la autoestima (Bisquerra Alzina, Psicopedagogía de las emociones, 2009).

La baja autoestima puede tener como consecuencia alta ansiedad, desánimo, depresión, sentimientos de aislamiento psíquico, alta sensibilidad frente a las críticas, torpeza en las relaciones interpersonales, inseguridad personal etc. (González & Tourón, 1992).

Las Emociones y la Memoria

Gracias a la memoria podemos retener la información obtenida durante un tiempo. La memoria también es evocar la información retenida cuando lo necesitemos.

Para que un recuerdo tome su posición en nuestra memoria tiene que tener vínculo con una emoción (Logatt Grabner, 2016). El lugar del cerebro que nos ayuda a procesar y recuperar la memoria declarativa y la memoria de relaciones espaciales es el hipocampo.

Sus funciones principales son el aprendizaje y la memoria. Es allí donde los recuerdos a corto plazo se convierten en recuerdos a largo plazo. El sistema límbico es responsable de pasar información a la memoria. La ubicación principal de esta transferencia se encuentra en parte en el lóbulo temporal, más concretamente en el hipocampo.

La información que nosotros percibimos pasa en primer lugar por el sistema límbico y solo después se dirige a la corteza cerebral.

De este modo la emoción juega un papel importantísimo en los procesos de memoria. El cerebro necesita iteración y creación de hábitos, pero la gestión de emociones positivas en el contexto educativo favorece a un aprendizaje más eficaz (Fonesca-Mora & Herrero, 2016).

Las emociones y la Curiosidad

La curiosidad forma parte de la naturaleza humana como de la mayoría de los vertebrados. Es el principio y la parte imprescindible del aprendizaje y conocimiento.

Para empezar a aprender necesitamos un estímulo, algo que sea diferente del entorno. El modelo de Aguado (2014) define la curiosidad como una de las diez emociones básicas. Además según este modelo la curiosidad tiene un vínculo muy estrecho con otras emociones como el miedo o la tristeza.

Según varios estudios, la adquisición de conocimientos comparte sustratos neurales con otras conductas que estimulan a la búsqueda del agua, la comida, o el placer sexual. Esto significa que a nivel cerebral la necesidad de satisfacer la curiosidad que está en la base del aprendizaje equivale a la satisfacción de las necesidades más básicas del ser humano porque el resultado de la satisfacción es el placer (Mora, 2017).

Lo cierto es el que en el ser humano la curiosidad, ese deseo de conocer cosas nuevas, es el que lleva a la búsqueda de conocimiento no solo en general, sino en el contexto que estamos tratando aquí, es decir el que se adquiere en el colegio, las universidades o en la investigación científica (Mora, 2017, pág. 75).

Las Emociones y la Atención

La atención es un mecanismo que “abre” nuestro cerebro y lo prepara para recibir nueva información. Es la base de procesos cognitivos superiores. La atención organiza las neuronas dispersas de corteza cerebral y tálamo activando la conciencia.

Sin estos procesos la información o no se percibe o no se detiene en el cerebro. Las emociones ayudan a priorizar los procesos cognitivos básicos, dirigiendo la atención en lo que es realmente importante en un momento concreto (Fernández-Berrocal & Extremera, 2009).

Nos centramos en primer lugar en lo que puede influir a nuestro estado físico y emocional o en lo que puede percibirse como amenaza o recompensa. Solemos detectar los estímulos distractores negativos más rápido que los positivos, aunque el umbral atencional depende de las características tanto del estímulo distractor, como del propio individuo y de cuanto estemos centrados en la tarea.

Prestando atención a los estímulos agradables sentimos placer, satisfacción y bienestar. Pero cuando prestamos atención a los estímulos desagradables esto puede provocar la sensación del estrés, irritación, tristeza etc. Y al revés.

Como el cerebro emocional reacciona más rápido que el racional, las fuertes emociones provocadas por algún estimulo agradable o desagradable pueden afectar la atención rompiendo el vínculo entre el cerebro y la tarea se realiza en aquel momento. Si no sabemos controlar bien las emociones, prestaremos atención a los estímulos que nos afectan más en un momento determinado.

Las emociones y su papel en el proceso educativo

Se puede llegar a la conclusión que las emociones están estrechamente relacionadas con el proceso educativo y que la incapacidad de regular los procesos emocionales puede perjudicar significativamente el rendimiento académico del alumno.

Descubre más sobre cómo influye la Inteligencia Emocional en el proceso de aprendizaje de los niños en el TFM de Anna Krakovskaia, disponible en el Rincón de las Tesinas.

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Acerca del autor:

Anna Krakovskaia
Filóloga, traductora, profesora de idiomas. Alumna del Máster en Intervención en Dificultades del Aprendizaje de ISEP.

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