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“Educamos niños hiperactivos que no saben aburrirse”

“Educamos niños hiperactivos que no saben aburrirse”

Entrevistada Laura Garcia

 

Laura Betiana Garcia-Ravidá es Dra. en Psicología de la educación, profesora asociada en la UAB y miembro del grupo de investigación PAFIU, cuyas principales líneas de investigación se centran en patrones de aprendizaje y formación investigadora en la universidad.

P. En el último informe de salud mental en la infancia y adolescencia de Save the Children de febrero de 2022, la organización alertaba de un incremento muy relevante de los trastornos mentales en niño, niñas y adolescentes. 

R. No solo es un informe de Save the children, en nuestro país la Fundación ANAR ha reportado que en el año 2021 los problemas de salud mental en menores de edad se han incrementado un 54,6%, a la vez que la violencia contra la infancia y la adolescencia ha crecido 36,8%. Unicef señala a España como el país europeo con más diagnosticados con algún trastorno o problemas de salud mental. Por lo cual la salud mental en la infancia y la adolescencia es hoy por hoy una asignatura pendiente de los servicios sanitarios y educativos.

P. Sabemos que este es un fenómeno muy complejo y multicausal, pero ¿cuáles son los principales factores de riesgo o variables que inciden en su salud mental?

R. Los primeros dos años de vida son claves. Suelen coincidir factores tales como antecedentes genéticos de algún progenitor, medicación previa y durante la gestación, consumo de sustancias nocivas y acontecimientos negativos en el embarazo, dificultades en el parto, alteraciones de los vínculos con las figuras paternas (tanto física como emocionalmente ausentes), separaciones tempranas y prolongadas de las figuras de cuidado, negligencia de cuidados, escasa afectividad o incluso rechazo, entre otros.

A medida que crecemos, los factores se diversifican y pueden aparecer dificultades en la adquisición del lenguaje, en el aprendizaje, falta de destreza en las relaciones sociales, en la escuela y pertenencia al grupo, aspectos que fomentan una baja autoestima y autoconcepto. A todo ello, se le suman situaciones familiares irregulares o confusas.

En el ambiente socioeducativo, se puede observar una mala adaptación o fracaso en el rendimiento académico, ausencia de amistades o de un grupo de referencia, acoso (exclusión o aislamiento, burlas, humillación o trato degradante, violencia física, etc.), emigración o cambios de escuela, falta de atención a las necesidades especiales, etc.

También es importante remarcar que el aislamiento sufrido durante la pandemia de COVID-19 ha facilitado la aparición de un importante número de dificultades o patologías, a la vez que agravado otras existentes.

P. ¿Y si hablamos de factores protectores de la salud mental de los más pequeños?

R. El embarazo, parto y los dos primeros años de vida son momentos cruciales para el desarrollo, el que no haya complicaciones significativas, sumado a cuidadores que ofrecen apoyo y seguridad, buena comunicación, cuidan y estimulan a sus hijos en el desarrollo de valores positivos y, luego, en su devenir académico; les permite aprender a a afrontar y resolver sus problemas a corto y largo plazo. También son imprescindibles el desarrollo de habilidades sociales, disponer de un grupo de amigos (aunque sea pequeño), practicar algún deporte o actividades al aire libre, fomentar la motivación por la cultura y educar en temas relativos al consumo de sustancias, el autocuidado y mantener relaciones sanas con los demás.

P. En la práctica clínica, ¿cuál es el motivo de consulta más generalizado en esta población?

R. Por regla general, la mayoría de los pacientes entre 3 y 12 años son derivados por la escuela, ya que es donde comparten una gran parte del tiempo y de actividades. Es allí cuando se observan ciertas dificultades en el aprendizaje, en la lectoescritura, la gestión emocional, escasas habilidades sociales o problemas de conducta; como así también, en la búsqueda de un diagnóstico clínico que arroje una mayor comprensión al por qué de ciertas dificultades, a la vez que les permita mejorar sus habilidades académicas y sociales potenciando sus características personales.

En el caso de los adolescentes, la demanda proviene de sus familias o de ellos mismos; sus inquietudes se centran en conflictos en la escuela, en la familia, con las amistades, autoestima baja, trastornos de conducta, acoso, astenia emocional, identidad sexual, etc.

«Hoy en día son muchos los factores de riesgo que afectan a la salud mental y emocional en la infancia y adolescencia

P. ¿Qué factores en el ámbito familiar consideras que se han visto modificados en la sociedad actual y pueden estar influyendo en cómo los niños se desarrollan psicológicamente en la actualidad?

R. Hoy en día son muchos los factores de riesgo que afectan a la salud mental y emocional en la infancia y adolescencia. En el ámbito familiar, la presión y las expectativas sobre el desempeño de las familias es muy alta. Nos encontramos con pequeños que tienen una agenda muy ocupada, prácticamente realizan extraescolares todos los días y el fin de semana siguen con actividades deportivas o salidas recreativas. Sus padres y madres suelen trabajar muchas horas, lo que los lleva a disponer de muy poco tiempo de calidad con sus hijos. A su vez, en muchos casos se les solicita a los abuelos y abuelas que cuiden a sus nietos, en este caso ellos relatan que ya fueron padres y que ahora quieren mimar y disfrutar de sus nietos, no volver a educar.

Esta realidad es el escenario más común con el que nos encontramos en la clínica; estas acciones suelen culminar en niños que no tienen suficiente tiempo o no tienen la energía que necesitan para reforzar los aprendizajes escolares, se sienten muy exigidos por obtener éxitos en todas sus actividades, se vuelven muy demandantes y realizan cualquier tipo de acciones que logren llamar la atención de sus cuidadores. En este sentido, los resultados son niños hiperactivos que no saben aburrirse, porque no tienen tiempo y cuando lo tienen solo piden actividades, juguetes, vídeos, juegos online, etc.; abuelos permisivos y progenitores que suelen sentir culpa por la falta de tiempo y dedicación que compensan con regalos y con una creciente falta de límites.


P. ¿Y en el ámbito educativo?

R. Cada año tenemos aulas con más estudiantes, los cuales son más inquietos y disruptivos, y docentes que tienen dificultades para gestionar la clase, mayor demanda de diagnósticos clínicos, espacios de necesidades especiales desbordados y cada vez menos recursos para asegurar una escuela inclusiva.

En conclusión, los factores familiares, escolares y económicos nos muestran un grupo de niños y niñas muy capacitados, con un buen bagaje de herramientas que les permite avanzar a nivel académico y social; pero también un número cada vez más creciente, de pequeños y jóvenes con una amplia variedad de dificultades, con escasos recursos emocionales y conductuales que les obstaculiza convertirse en adultos asertivos. Todas habilidades “blandas” de las que tanto se habla (pensamiento crítico, reflexivo, autorregulación, capacidad de autogestión, creatividad, inteligencia emocional…) tienen un factor en común: el tiempo. Y les estamos enseñando ya desde pequeños que no tienen tiempo.

«Les estamos enseñando ya desde pequeños que no tienen tiempo

P. ¿Cómo prevenir esta problemática en el entorno familiar?

R. En líneas generales, los puntos que resaltaría son:

  • Buena comunicación entre progenitores que incluya una distribución de roles y tareas, cómo, quién y cuándo se pondrán límites, qué conductas o expresiones se rechazarán o fomentarán. Este es un punto muy importante, ya que en familias desestructuradas o parejas en donde siempre hay una que mima y premia y otra que regaña y castiga, se crean parcialidades que generan un estrés agregado a la pareja, convirtiéndose en un desgaste constante.
  • Establecer límites claros, acompañar a sus hijos, asignar pequeñas obligaciones como ayudar a poner la mesa, recoger los juguetes, vestirse solos, etc.
  • Dedicarles tiempo de calidad, es preferible poco pero bueno.
  • Si bien las actividades extraescolares son necesarias, es importante cuidar de no ocupar todas las tardes, permitir que sus hijos tengan tiempo libre, que se aburran, que inventen juegos, etc. En este punto es importante recordar que los tiempos ociosos les permite desarrollar mayor creatividad, reflexionar y autogestionarse.
  • Es imprescindible pasar tiempo sin tecnología, y no porque no sea útil incluso necesario, sino porque es saludable para el crecimiento emocional, físico y social.

 

P. ¿Y en el entorno escolar?

R. Debido al incremento exponencial de dificultades en los estudiantes de infantil, primaria y secundaria; es imprescindible atender a la diversidad y características personales de cada uno. Debemos recordar que es la escuela la que debe adaptarse a las necesidades de sus estudiantes y no viceversa. En este sentido, es importante prestarles atención, escucharlos y no relativizar sus problemas; ya que por muy insignificante o infantil que nos parezcan para ellos significan mucho y les puede generar mucha ansiedad.

Otro punto en el que el ámbito educativo tiene mucho que decir es la educación en valores y emociones; puesto que la mayoría de las consultas se centran en estos aspectos. Incluso los trastornos de conducta tienen su origen en una mala gestión de las emociones, la falta de contención y atención por parte de los adultos de referencia.

 

P. ¿Un buen desarrollo y bienestar infantil evita futuros desequilibrios mentales en los futuros adultos?

R. Definitivamente. Padres y madres que acompañan el crecimiento de sus hijos, establecen límites, son capaces de negociar, les permiten equivocarse y están a disposición de ellos cuando los necesitan, promueven niños y adolescentes con deseos de explorar el mundo que los rodea, de conocer y aventurarse, seguros de que pase lo que pase tienen un sitio seguro donde volver. Todas estas acciones promueven adultos autónomos, seguros de sí mismos, capaces de relacionarse con otros de manera libre y respetuosa, tienen objetivos en su vida y avanzan a pesar de las dificultades que puedan encontrarse.

En resumen, estos padres permiten que sus hijos se diferencien y tomen distancia saludable de ellos, crezcan en valores, y se responsabilicen de sus actos, integrándose de manera saludable en la sociedad.

 

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Acerca del autor:

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40 años acompañando en el crecimiento profesional en psicología, educación, logopedia y neurociencias.

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