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El olvido, ¿un proceso voluntario?

master en neuropsicologia

Suele pasar que deseamos olvidar aquel suceso que nos ha dejado un recuerdo desagradable, vergonzoso o doloroso.

De hecho, un grupo de neurocientíficos de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, ha demostrado que los seres humanos utilizan dos procesos para olvidar: la supresión y la sustitución, y que el cerebro trabaja de formas diferentes en cada caso (Benoit y Anderson, 2012).

Según Roland Benoit, se trata de dos mecanismos diferentes que producen el olvido: “el primero obstaculiza el proceso de recuperación de recuerdos y el segundo permite suplir los sucesos desagradables por otros” (2012). De hecho, son dos maneras contrarias en que el cerebro nos permite olvidar volitivamente recuerdos no deseados.

Este estudio es la primera demostración de dos mecanismos diferentes que provocan tales olvidos: uno, al darle “OFF” al sistema de recuerdos y, el otro, al proporcionar al sistema de recuerdos ocupar la conciencia con una memoria sustituta.

Los investigadores emplearon imágenes de resonancia magnética funcional para explorar la actividad cerebral de sujetos que habían aprendido asociaciones entre pares de palabras y que, después, intentaban olvidarlas según uno de los dos procesos, es decir, bloqueándolas o sustituyéndolas (Benoit y Anderson, 2012).

En el estudio, colocaron una pantalla donde aparecían las palabras y formaron dos grupos de un total de 36 sujetos participantes. Estos sujetos codificaron pares de palabras, como por ejemplo, nieve-Antártida, playa-África, azúcar, dulce, etc. en primer lugar, se les preparó para que recordaran la asociación y después para que olvidaran la segunda  que conformaba cada par, intentando bloquear su recuerdo, es decir, empleando la estrategia de supresión (Benoit y Anderson, 2012).

En segundo lugar, los participantes recogieron una palabra nueva que sustituía a una parte del par. Así por ejemplo, playa-buceo, azúcar-chocolate, nieve-frío, mientras las segundas palabras que conformaban cada par se borraban de la pantalla. Por tanto, en esta parte del estudio, los sujetos fueron entrenados para no pensar en “África”, “Antártida”, “Amazonas” recuperando la palabra de sustitución “buceo”, “chocolate”, “frío” (Benoit y Anderson, 2012).

Los resultados indicaron que cada mecanismo, sustitución y supresión, activan unos circuitos neuronales distintos. En este sentido, cuando se suprime un recuerdo, se origina una perturbación de los procesos mnemotécnicos debido al córtex prefrontal dorsolateral, que impide la actividad del hipocampo, región cerebral que es fundamental para recordar sucesos anteriores (Benoit, 2012).

En cambio, cuando se sustituyen unos recuerdos por otros, se ven involucradas dos zonas del cerebro, específicamente, el córtex prefrontal y el córtex midventrolateral prefrontal, los cuales funcionan para traer determinados recuerdos a nuestra conciencia al mismo tiempo que “eliminan” los indeseados. En esa sustitución de los pensamientos intervienen dos elementos: un recuerdo sustituto, que va a ser recuperado, y otro que desagrada a la persona.

Cabe destacar que las dos estrategias de olvido (supresión y la sustitución) resultaron igualmente adecuadas al momento de deshacerse de los recuerdos porque “se trata de dos mecanismos que ayudan a mejorar el control mnemotécnico de asociación mental para recuperar los recuerdos”, señala Benoit (2012).

Finalmente, conocer que diferentes procesos favorecen el olvido de los recuerdos puede ser útil “porque ahora sabemos que a la gente, de forma natural, se le da mejor un mecanismo u otro” (Benoit, 2012). Por tanto, a partir de estos resultados se podrían desarrollar tratamientos de problemas de salud mental relacionados con la regulación deficiente de la memoria, como ocurre después sufrir un traumatismo craneoencefálico (Benoit, 2012).

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Acerca del autor:

Maribí Pereira
Psicóloga General Sanitaria. Antigua alumna del Máster en Psicología Clínica y de la Salud de ISEP. Docente de los Masters en Psicología Clínica y de la salud, en Psicología Clínica Infantojuvenil y en Terapias de Tercera Generación de ISEP. Jefa de estudios de ISEP Barcelona y Directora de Investigación y Relaciones Institucionales de ISEP.

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2 Respuestas a “El olvido, ¿un proceso voluntario?”

  1. User defaultAskesis says:

    Por lo que entiendo, el estudio se centraba en los recuerdos de la memoria temporal (a corto plazo). Posiblemente, la mayoría al cabo de un año no habría recordado las asociaciones iniciales.

    Pero, ¿eso se aplicaría a por ejemplo, olvidar el propio nombre? ¿Olvidar la cara de tus padres? ¿Olvidar a qué instituto fuiste, o incluso no recordar que fuiste al instituto?

    1. Avatar de usuario 8 Marta Palomar says:

      Hola Askesis, te copio la respuesta de la autora del artículo, Maribí Pereira:

      El estudio se centraba, como bien dices, en recuerdos de la memoria temporal y de carácter semántico. Sin embargo, se han hecho estudios para ampliar el campo de aplicación de estos experimentos para incluir la memoria autobiográfica con el fin de saber si es posible entrenar a los individuos para olvidar.

      Dichos estudios revelan que la inhibición parcial de los recuerdos por supresión o sustitución genera una pérdida progresiva de la información, con lo cual, aunque los resultados no son concluyentes, si las personas se sometiesen a un tratamiento más intenso, realmente serían capaces de borrar algunas memorias.

      De hecho, en la Universidad de McGill en Montreal se ha estado trabajando con una píldora basada en propranolol con la cual no se borran los recuerdos, pero si la respuesta emocional ante el mismo. No obstante, hay que tener mucho cuidado ante esta posibilidad, pues se estaría potenciando la despersonalización. Al final, somos resultados de nuestras experiencias.

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