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Educación Emocional para la Prevención del Acoso Escolar

Educación Emocional para la Prevención del Acoso Escolar

En el actual panorama educativo, la formación en educación emocional para docentes se erige como un componente esencial para cultivar un entorno escolar saludable y prevenir el acoso entre los estudiantes.

Rol clave de los educadores en la prevención del acoso escolar

Los educadores, como guías y modelos a seguir, desempeñamos un papel clave en la influencia positiva sobre el bienestar emocional del alumnado. La adopción de estrategias pedagógicas que fomenten la inteligencia emocional no solo impacta en el rendimiento académico, sino que también contribuye a la creación de un ambiente inclusivo y respetuoso. La comprensión profunda de las propias emociones y la capacidad para gestionarlas eficazmente, son habilidades que los docentes deben poseer para promover un clima escolar que desaliente el acoso y fomente relaciones interpersonales saludables.

Formación en educación emocional para docentes

La formación en educación emocional para docentes no solo se centra en el desarrollo de sus habilidades personales, sino también en proporcionarles herramientas para identificar posibles señales de acoso entre los estudiantes, detectar características comunes de agresores y posibles agresores y de víctimas y posibles víctimas. Al estar equipados con conocimientos sobre el
bienestar emocional y las dinámicas sociales, los docentes pueden intervenir de manera proactiva y efectiva para prevenir situaciones de acoso antes de que escalen. En este sentido, la inversión en la formación en Educación Emocional para docentes no solo beneficia a los educadores individualmente, sino que también tiene un impacto significativo en el tejido social de la escuela, creando un ambiente propicio para el aprendizaje y el desarrollo integral de los estudiantes.

La Educación Emocional como barrera inquebrantable contra el acoso escolar

La educación emocional para docentes actúa como una barrera inquebrantable contra el acoso escolar al empoderar a los educadores con las herramientas necesarias para abordar y prevenir este fenómeno. La formación en habilidades como la empatía, la resolución de conflictos y la comunicación efectiva permite a los docentes establecer conexiones más sólidas con sus estudiantes, creando un entorno en el que los jóvenes se sientan seguros para expresar sus emociones y resolver conflictos de manera constructiva. Esta conexión emocional entre docentes y estudiantes no solo fortalece la relación pedagógica, sino que también crea un ambiente que disuade naturalmente el comportamiento intimidatorio.

La Educación Emocional para identificar las causas del acoso escolar

Además, la educación emocional capacita a los docentes para identificar y abordar factores subyacentes que pueden contribuir al acoso, como la falta de habilidades sociales, problemas familiares o dificultades académicas (mal llamado comúnmente “fracaso escolar”). Al intervenir tempranamente y abordar estas cuestiones de manera integral, los educadores pueden prevenir
la manifestación del acoso escolar y promover un ambiente de aprendizaje equitativo y enriquecedor. En última instancia, la formación en educación emocional no solo es un recurso valioso para el bienestar emocional individual, sino también una inversión estratégica en la construcción de comunidades escolares más seguras y saludables.

«De un docente y exalumno, para docentes y exalumnos»

En mi caso particular, como imagino que el de otras muchas personas, he presenciado actos violentos entre alumnos dentro de las aulas (y fuera de ellas). También he presenciado la “solución” que ponían los docentes para terminar con esos conflictos. Y como alumno he sufrido por no saber gestionar mis emociones y he visto como muchos alumnos que han pasado por mis clases, sufrían el mismo déficit. Y es lo que me ha llevado a escribir este artículo.

La solución a cualquier problema debe partir de una persona preparada en el aspecto emocional para dar respuesta al conflicto y sobre todo a su origen. Un profesor frustrado en su profesión, difícilmente podrá poner fin a un acoso más allá de un castigo. Un profesor frustrado con temas personales, daría el mismo resultado. Porque muchas veces, casi en la totalidad, se olvida que un
castigo debe tener un fin pedagógico.

Para prevenir un caso de acoso, no solo vale con arropar a la víctima y castigar al verdugo. ¿Cuál es el aprendizaje de esta situación?

Se debe trabajar desde la raíz del problema, empezando por prevenir y educar. Para esto, los centros deben de formar en condiciones a su personal docente, pero también al no docente y a las familias. Debería ser un trabajo de obligado cumplimiento de toda la comunidad educativa el prepararse, formarse y poner en práctica todos los conceptos con nuestros compañeros, alumnos e hijos.

En mi experiencia como docente, he visto pasar alumnos con la autoestima por los suelos, otros carentes de habilidades sociales. Estos últimos tienen rasgos comunes como falta de empatía, “amistades por miedo”, escasas habilidades sociales… Y todo producto de sus experiencias vividas.

Todas las personas somos el resultado de nuestras experiencias vividas y a ninguna nos han enseñado a manejar nuestras emociones. Por esto, es clave poner la educación emocional por encima de cualquier expediente, currículo o trámite burocrático. Como decía el gran Umberto Tonucci “¿De qué sirve que un niño sepa colocar Júpiter en el firmamento si no sabe dónde colocar su tristeza o su rabia?”.

Cada año, miles de víctimas y verdugos pasan delante de nuestros ojos y la cosa parece que no mejora. Casi 220.000 estudiantes sufren ‘bullying’ y más de 44.000 intentaron suicidarse, según el Estudio sobre el acoso escolar y el ciberacoso en España en la infancia y la adolescencia elaborado por la Fundación ColaCao y la Universidad Complutense de Madrid.

En conclusión, y como indico en el título que da sentido a estas líneas, la educación emocional debería ser un pilar fundamental en todos los entornos donde haya niños. Pero también donde haya adultos. En países sudamericanos como Colombia, ya tienen una Ley de Educación Emocional.

Es esencial poner solución a esta problemática actual.

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Acerca del autor:

Andrés Lázaro
Técnico Superior en Educación Infantil por ETEE, Diplomado en Educación Primaria por la universidad CES Don Bosco, Grado en Educación Primaria con Mención en Lengua extranjera por la UCAM, Máster Experto en Psicología infantojuvenil por ITEAP y adentrándome en el mundo de la Neuroeducación y las Inteligencias Múltiples.

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