Este artículo tiene como hilo conductor las enormes posibilidades que todos tenemos de ser quien queremos, de sentirnos felices y plenos para sacar a ese «campeón» que tenemos dentro.
Cambio consciente, neurociencia o rutinas neurobiosaludables son conceptos que representan la base, el aval y el método para acercarnos al objetivo, el cambio consciente, con mayores posibilidades de éxito.
Los profesionales que nos dedicamos a la enseñanza de los más jóvenes solemos utilizar como ejemplo una frase para sus progenitores que dice algo como «no prepares el camino a tus hijos, prepara a tus hijos para el camino». Esto nos da pistas y nos acerca a la realidad de un mundo cambiante, ofreciendo una metodología de aceptación y adaptación desde el prisma del movimiento y la toma de decisiones hacia la acción.
Si os parece, estableceremos un pacto, primero de lectura y más tarde de acción, que pasa por valorar, aceptar y compartir varias estrategias. Cinco básicamente: no juzgar y no juzgarnos, responsabilidad, valentía, confianza, autoestima saludable y humildad:
- No juzgar y… no juzgarnos. El juicio es la exposición de nuestros condicionamientos previos adquiridos, de nuestro mapa. Al no juzgar, facilitamos una mirada curiosa, flexible y sobre todo creativa. Nos «creamos» posibilidades.
- Responsabilidad entendida, fundamentalmente, como el resultado y las consecuencias de mis acciones o inacciones. Van a ser fundamentales las propuestas de acción responsables, donde la procrastinación y los «ya lo haré» o «mejor mañana» los entendamos como una afirmación que depende de nosotros y desde donde valoraremos en qué medida nos alejará de nuestros objetivos. Somos responsables de lo que hacemos, pero también de lo que dejamos de hacer.
- Valentía. Definir la valentía como término opuesto al miedo puede llevarnos a un grave error, o lo que es peor, a una temeridad. El miedo es una emoción básica y preconsciente que, entre otras cosas, puede salvarnos la vida. El miedo es natural, pero el sabotaje es personal. Es aquí donde nuestra acepción de valentía cobra sentido: librarnos de nuestro saboteador interno, anclado en el pasado o en los posibles futuros que, como capas de cebolla o piedras en la mochila, no nos dejan avanzar o mostrarnos tal y como somos o queremos ser para afrontar las creencias limitantes que en ocasiones nos paralizan.
- Confianza y autoestima saludable. Generar confianza en uno mismo pasa por desarrollar la autoestima de manera saludable. La autoestima la podemos definir de una manera sencilla, como la forma en que nos valoramos. Es importante ya que produce un impacto destacado sobre nuestra vida y en nuestras decisiones. Es quizás el primer paso para creer en uno mismo, para saberse digno y merecer respeto, para actuar con responsabilidad, superar errores y emprender nuevas metas y retos.
- El término humildad suele ir en numerosas ocasiones asociado a connotaciones negativas. Podéis suponer que nada más lejos de la realidad. En nuestro caso, irá de la mano del aprendizaje. Entender la humildad como la capacidad de aprender, saber escuchar, empatizar y gestionar nuestro ego de manera saludable resultará decisivo en nuestro proceso de cambio consciente.
Volviendo a nuestro pacto de lectura y acción, me parece justo explicaros cómo lo vamos a hacer. Más allá de la «autoayuda» y las buenas intenciones que siempre vienen bien, existe un amplio abanico de posibilidades para modelar y transformar, literalmente, mi cerebro y mi mente.
Puede valernos como ejemplo como los deportistas de alto rendimiento refuerzan los circuitos neuronales directamente relacionados con su gesto motriz, transformando una acción complicada en un «acto reflejo» que requiere menos energía y menos atención que si lo hiciera un principiante. El deportista de alto rendimiento prácticamente se fabrica un cerebro a medida a base de repetir secuencias, acciones, gestos, pero ¿qué sucede con las emociones, las creencias, la voluntad…?
Es el cerebro y su conectividad los que permiten, si los entrenamos bien, la excelencia deportiva, pero también la profesional o la personal. Cada uno de vosotros valorará el nivel de cambio que quiere imprimirle a su vida en busca de su bienestar. Si hasta ahora todo te ha ido bien, ¡fantástico!, sigue por ese camino. Pero si consideras que has de cambiar, modificar o sencillamente elegir otro, estás de enhorabuena porque vamos a ver cómo funciona el binomio cerebro-mente, sus enormes posibilidades y su plasticidad para generar de manera consciente, y ese es nuestro gran objetivo, capacidad de adaptación al entorno, a cada una de nuestras realidades y metas para ser quien queremos ser.
Podemos resumir en diez puntos algunos conocimientos de neurociencia que nos ayudarán a entender cómo funcionamos y por qué esto que os cuento es de verdad posible:
- Cada cerebro es único, irrepetible, aunque su anatomía y funcionalidad sean evidentemente los de la especie sapiens.
- Cada ser humano tiene su propio ritmo de desarrollo y aprendizaje, vinculado a su historia genética y al ambiente en el que va creciendo y desarrollándose.
- El cerebro no es un órgano estático, aprende y cambia gracias a las experiencias vividas desde los primeros momentos de nuestra vida.
- El proceso de desarrollo cerebral es gradual y por ello el aprendizaje debe ser construido respetando las etapas propias del neurodesarrollo.
- El cerebro es el único órgano del cuerpo humano que tiene la capacidad de aprender y a la vez enseñarse a sí mismo.
- La plasticidad cerebral, neuroplasticidad, permite a los seres humanos aprender durante toda la vida.
- Las investigaciones relacionadas con los periodos de sueño y vigilia están demostrando la enorme importancia que tienen ambos factores para el buen funcionamiento del cerebro. Están relacionados con varios procesos cognitivos, principalmente en lo que se refiere a la consolidación de los aprendizajes.
- Los estados de ánimo, los sentimientos y las emociones pueden afectar la capacidad de razonamiento, la toma de decisiones, la memoria, la actitud y la disposición para aprender.
- El alto nivel de estrés (estrés tóxico) provoca un impacto negativo en el aprendizaje, cambia el cerebro y afecta las habilidades cognitivas, perceptivas, emocionales y sociales.
- El cerebro necesita del cuerpo, así como el cuerpo necesita del cerebro, ambos son necesarios para el aprendizaje y el desarrollo de habilidades cognitivas, físicas, sensoperceptivas y emocionales.
La idea es aportar la visión de la utilidad de la neurociencia que nos permita integrar los conocimientos de las funciones cerebrales (desarrollo y plasticidad, trasmisión de señales…) con las funciones de elaboración (sentido, movimiento…) y las funciones del comportamiento (emociones, motivación, aprendizaje, memoria, atención…).
Nuestras acciones, decisiones, gestos, pensamientos, la vida tal y como la entendemos los seres humanos es fruto de un fino, complejo y delicado proceso de recogida de información, descodificación, programación y recuperación que encuentra en el cerebro, en su anatomía-biología-fisiología y, en último término, en sus procesos cognitivos, las respuestas a las reacciones motoras, emocionales o culturales.
Aceptando ciertos condicionamientos genéticos, nuestra propuesta viene a corroborar que la interacción con el entorno es lo que determina la organización de nuestro cerebro y el continuo desarrollo de nuestras funciones cognitivas a través del proceso de aprendizaje que realizamos a lo largo de nuestra vida. Quiero destacar que el patrimonio hereditario fija, tan solo, «el equipaje básico del plan de ejecución neuronal». Son las constantes interacciones con el entorno las que determinan qué y cómo aprender y qué talentos individuales desarrollamos. Los resultados de numerosas investigaciones en neurociencia nos permiten saber que el cerebro conjuga el pensar, el sentir y el actuar. Gran parte de la responsabilidad en todo esto la tiene un espectacular fenómeno llamado neuroplasticidad, que permite al cerebro aprender y remodelarse con las experiencias que van ocurriendo durante toda la vida. Cada uno de nosotros somos diferentes porque nuestras experiencias personales e individuales generan patrones de pensamiento distintos. El respeto a la diversidad y a uno mismo es más fácil si entendemos nuestra propia biología.
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Me parece interesante