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Enfoque recovery con musicoterapia en trastornos de salud mental

Enfoque recovery con musicoterapia en trastornos de salud mental

¿Cómo nos relacionamos con los trastornos de salud mental? Nos podemos posicionar como profesionales del ámbito, familias comprensivas, amigos desinformados, “pacientes” multicatalogados… Sea cual sea nuestra situación actual, la conexión que tenemos con los trastornos de salud mental es una realidad, y nos sigue costando expresarla y compartirla.

 

La Musicoterapia en Trastornos de Salud Mental

La musicoterapia nos puede ofrecer un acercamiento a cómo poder acompañar esta realidad, posicionándonos esta vez como un apoyo consciente y seguro. Debemos tener claro que aceptar y aprender a vivir con un trastorno mental no es solo tarea de las personas afectadas, sino que los entornos más cercano y médico serán agentes relevantes en la inevitable reconstrucción identitaria que vivirán estas personas.

 

A través de la música se pretende generar un espacio seguro donde las personas se puedan relacionar y comunicar, siempre desde lo positivo en ellos y ellas, desde sus capacidades. A partir de aquí, ponemos la mirada en las oportunidades que ofrece un proceso terapéutico interdisciplinar que busque el acompañamiento integral de las personas y de sus familias.

El enfoque Recovery o Recuperación

 

Para lograr dicho acompañamiento, nos va a ser de gran ayuda contar con el enfoque recovery, término que podemos traducir como “recuperación” y que encontramos en la literatura de musicoterapia desde finales del siglo XX. Este concepto se ha usado tradicionalmente dentro del campo de la psiquiatría para describir la eliminación de los síntomas y la restauración del funcionamiento social, pero, actualmente, en el ámbito de la salud mental se está resignificando y presenta una forma de pensar y vivir más allá de los límites de un diagnóstico de enfermedad mental (Shepherd, Boardman y Slade, 2008).

Factores CHIME

 

Encontramos una síntesis de este enfoque en los factores CHIME (Leamy et al. 2011), los cuales nos presentan cinco líneas de trabajo imprescindibles para que la persona misma sea la protagonista de su proceso terapéutico:

 

  • Conectividad – Recibiendo apoyo en los grupos terapéuticos y en sus relaciones personales, siendo parte de la comunidad.
  • Esperanza y optimismo sobre el futuro – Creer en la posibilidad de recuperación, la motivación para cambiar y las relaciones inspiradoras de esperanza, teniendo un pensamiento positivo y valorando el éxito, los sueños y las aspiraciones.
  • Identidad – Reconstrucción/redefinición del sentido positivo de identidad para superar el estigma.
  • Significado de la vida – Dar significado a las experiencias de la enfermedad mental, la espiritualidad, la calidad de vida, la vida significativa, los roles y los objetivos sociales, para reconstruir la propia vida.
  • Empoderamiento – Responsabilidad personal y control sobre la propia vida, enfocándose en las fortalezas.

La persona en el centro de la Terapia de Musicoterapia

 

Esta mirada recovery pone a la persona en el centro del proceso terapéutico, reconociendo, en primer lugar, sus propias experiencia y vivencia de la enfermedad mental. A medida que la autonomía y las fortalezas personales están más presentes en el proceso de recuperación -aplicando los factores CHIME-, los objetivos de la musicoterapia se dirigen a promover los recursos y las metas personales.

En este punto, la colaboración de la persona con el equipo terapéutico se desarrolla de manera transversal, definiendo conjuntamente los objetivos de la terapia y los métodos de trabajo, reconociendo la identidad musical de la persona y dando valor a la capacidad de la persona para ser protagonista de su proceso terapéutico.

 

Los procesos de recuperación también integran el objetivo de mantener lazos con la vida en comunidad, atenuando así la sensación de estigma, pérdida de poder o exclusión social que a menudo viven las personas con problemas de salud mental.

Por lo tanto, la comunidad pasa a formar parte del proceso terapéutico como un agente activo más, aportando una red de relaciones interpersonales y experienciales que se irá tejiendo para actuar como sostén cuando sea necesario.

La música como nexo de unión entre personas

 

La unión entre comunidad y música ha sido analizada, entre otros, por Brynjulf Stige (2003), el cual le ha dado voz afirmando: “La música comunitaria es el centro y el enfoque compartido, y cada participante contribuye con las capacidades cultivadas y las posibilidades percibidas en relación con su historia de vida. [Esto demuestra] cómo la música comunitaria es a la vez pública y privada, social y personal, centrada y descentrada… una unidad más allá de la uniformidad.” (p. 173).

 

En resumen, la música nos permite experimentar, equivocarnos y volver a empezar, formar parte de una melodía, aportar el propio ritmo y dejar que conviva con el resto de ritmos, creando algo nuevo y único.

Es así de simple y de complejo al mismo tiempo, porque permite seguir el tempo que cada persona necesita, así como comunicarse, expresarse, tener algo que contar al resto y quererlo contar, escuchar el ritmo de los demás, ‘musicar’ juntos, crear y transformar.

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Acerca del autor:

Eulàlia Carrillo
Educadora social, musicoterapeuta y teatroterapeuta especializada en Terápia Sistémica Breve. Antigua alumna del Máster en Musicoterapia y Teatroterapia en ISEP. Directora de actividades de ocio y tiempo libre infantil y juvenil. Su experiencia laboral siempre ha estado vinculada al acompañamiento de personas en diferentes procesos de sus vidas, creciendo personal y profesionalmente al lado de familias, niñxs, jóvenes y grupos terapéuticos. La música, el movimiento, la creación… le permiten ofrecer diferentes espacios de conexión y transformación, generando nuevas oportunidades de crecimiento y relación.

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