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La empatía y la agresividad. Una perspectiva biopsicosocial

La empatía y la agresividad. Una perspectiva biopsicosocial

Una revisión bibliográfica desde la perspectiva biopsicosocial de la empatía y la agresividad constata que los diferentes enfoques disciplinares tienen bases sólidas que describen su carácter innato, su desarrollo en el individuo, en las interrelaciones con los demás y con nuestro entorno, así como la repercusión en nuestra actitud, personalidad o comportamiento individual.

– La perspectiva biológica nos ofrece la base empírica de los comportamientos Empáticos o Agresivos por medio del estudio de los sistemas cerebrales, de las neuronas y sus transmisores, las hormonas y los genes.

– La perspectiva psicológica a través de la inteligencia social, y en particular la emocional, presenta un análisis de los comportamientos Empáticos y Agresivos basándose en las capacidades y las competencias que se adquieren durante su aprendizaje y en el momento de su expresión conductual, verbal o no verbal.

– La perspectiva social analiza los comportamientos Empáticos y Agresivos como agentes de influencia en la convivencia (prosocial o antisocial, cooperativa y altruista, violenta o pacífica, etc.), en definitiva, en los valores, en la cultura y la educación.

El equilibrio entre la empatía y la agresividad

Este análisis, necesario para llegar a todos los aspectos metodológicos y disciplinares que rodean los comportamientos Empáticos y Agresivos, no ha encontrado relación con estudios relacionados con la emoción y los valores personales. Por ello, sería importante desarrollar las competencias individuales ya que nuestra capacidad empática es innata tanto desde el punto de vista social como individual (DeWall). En cualquier momento somos capaces de sentir y darnos cuenta del papel que ejercen en nuestros pensamientos y actitudes en las emociones, y viceversa (práctica de mindfulness); si nuestra gestión es efectiva no tendremos ninguna dificultad en comprender lo que nos ocurre, así como lo que le ocurre a los demás llegando a un equilibrio en la expresión del comportamiento Empático y Agresivo.

Desde hace un par de décadas los estudios sobre el comportamiento Empático han aumentado y marcado su importancia en la convivencia y su relación con los estados emocionales. El comportamiento Agresivo, en cambio, ha sido un constructo muy estudiado por su relevancia negativa en la sociedad actual y por su importancia en nuestra historia evolutiva que es ineludible al igual que el comportamiento Empático). Sin embargo, la diferencia más importante entre estos dos comportamientos, es que el Empático se preocupa por el interés de que la persona involucrada en nuestra interacción deje de ser OBJETO (YO-ELLO) y se convierta en un NOSOTROS (TÚ-YO). Cuando esta última desaparece, también desaparece nuestro comportamiento Empático. (Simon Baron-Cohen).

El comportamiento Empático contiene diversidad de procesos cognitivos que se incluyen en la inteligencia social (asertividad, habilidades sociales, etc.) pero su estudio ofrece una diversidad de variables situacionales que la convierten en un objeto difícil de cualificar (aunque existan cuestionarios fiables para su valoración- IRI -Índice de Reactividad Interpersonal– Davis 1980- entre otros) y también a la influencia de las capacidades y competencias en su expresión determinada y adecuada.

Nuevas vias de estudio de la empatía y la agresividad

Una nueva vía de estudio sería incidir en integrar las emociones que se presentan en las diferentes situaciones de la relación interpersonal, canalizando la expresión emocional y cognitiva a través de un análisis de los valores personales, de los dilemas morales que marcan nuestras creencias en cuanto a nuestra interrelación con los demás, por medio de la expresión narrativa de los mismos o incluso con otro tipo de manifestación relacionada con la expresión emocional, de hecho los circuitos cerebrales de ambos constructos psicológicos se encuentran solapados como las dos caras de una moneda.

A partir de planteamientos y exposiciones comunes de estos dos constructos tan marcados en nuestra evolución, se podrían ampliar nuestras capacidades y competencias individuales dando valor a la escucha de los demás con la opción de poder discutir, defender y reconocer los valores de nuestras actitudes y creencias, o cambiarlos ante la evidencia de esa comprensión de otros puntos de vista que se nos presentan con una consistencia resolutiva ante las diversas situaciones que se nos puedan presentar.

El comportamiento Empático es una base innata de nuestro comportamiento que solo nos puede generar bienestar propio y común, es una base que nos puede convertir en una sociedad más concienciada y con una capacidad de resolución de conflictos a cualquier escala que acabaría fomentando un carácter prosocial. Sólo queda desarrollarla.

Puedes consultar el trabajo final de Máster de Antoni Torralba ‘La empatía y la agresividad. Una revisión bibliográfica desde el modelo biopsicosocial‘ en nuestro Rincón de las tesinas. 

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Antonio Torralba Sabater

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