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Síndrome de fatiga laboral

Síndrome de fatiga laboral

Lo que inicia siendo solamente una condición avanza a convertirse en una patología según la OMS, ya que al inicio de este mismo año, entra en vigor la revisión para ser incluido en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), encontrándonos con el síndrome de desgaste profesional, también conocido como estrés laboral o burn out. Dicho malestar es de raíz psicofisiológica como una respuesta por el exceso de distrés sostenido ante demandas en el ámbito laboral sin el adecuado período de recuperación.

Síntomas del estrés laboral

Para conocer cómo se manifiesta e inclusive, identificar si nuestro colega lo padece, se espera encontrarse con la sensación de impotencia, desmotivación, irritabilidad, distanciamiento afectivo, desconfianza, incapacidad para concentrarse, errores en la ejecución de tareas, baja autoestima, negar/reprimir emociones, racionalización, cinismo, insomnio, taquicardia, cefalea, trastornos gastrointestinales, ausentismo laboral, abuso de sustancias nocivas, etc. Mientras que en casos graves, puede haber depresión y suicidio.

¿Por qué se produce la fatiga laboral?

Al principio se presentaba exclusivamente en personal de la salud (enfermeras, médicos, fisioterapeutas, psicólogos, etc.). Actualmente es debido a la demanda y exigencias causantes de la globalización que además de brindar oportunidades de crecimiento a nivel tecnológico, medicinal, científico, etc. ha traído como consecuencia el alza de solicitar tiempo y energía de los empleados sin condiciones adecuadas para mantener un equilibrio entre la vida laboral y personal.

La fomentación de múltiples requerimientos y los recursos insuficientes para realizarlo, generan frustración al empleado por el deseo de cumplir con su rol sin el apoyo adecuado, mismo que impacta en la empresa como una alta pérdida de costes debido a la ausencia del empleado, rotación de personal, al igual que tensión en el clima empresarial.

Dicha desmoralización se perpetúa desde dos vertientes, tanto por las condiciones inconvenientes de las empresas que buscan perfección en los resultados como sinónimo aparente de la productividad y/o por el individuo que mantiene un nivel de autoexigencia elevado. Ambas conductas se consideran un producto de la globalización y de la presión social para alcanzar el éxito, siendo pertinente, dirigirnos a convertirnos en personas con intenciones realistas.

Hacer frente al malestar causado por el trabajo

A pesar del impacto en áreas integrales del empleado, existen varios abordajes para identificar, controlar y reducir el malestar. Comenzando la labor desde uno mismo para proyectarlo en el entorno donde se interactúa. Hace falta detectar la frecuencia e intensidad de los síntomas planteados partiendo de los factores que generan estrés, como puede ser el horario, pocos días de descanso, actitud de los colegas, complicaciones en el trayecto, horas insuficientes de sueño. Por otra parte, aprender sobre inteligencia emocional y desarrollar habilidades de comunicación para saber regular la emoción desagradable como puede ser la frustración o tensión con el propósito de expresarlo con los compañeros de trabajo en vez de caer en conflictos desadaptativos.

La motivación, un elemento clave

En cuanto a la motivación, siendo un elemento que idealmente habría que priorizar, ya que es el conductor de las acciones y decisiones que se toman para el desempeño integral. Para que sea útil, hace falta establecer metas a corto, mediano y largo plazo, adaptadas a los recursos con los que la persona cuenta, así como de un listado sobre los que necesita, respetando tiempos de acción. A su vez, la importancia de reconocer un “no puedo manejar esto ahora” o replantearse hacia un “¿cómo puedo manejar esto? ̈.

Asociado a esto, ¿dónde ubicamos las ganas de celebrar aquellos logros?. El hecho de permitirse valorar y festejar los avances tanto mínimos como grandes, se perciben como antídoto para el desgaste, ya que refuerzan a la persona en cuanto a reconocer su potencial de forma positiva e influenciar hacia el seguimiento de otras metas y mayores ganancias.

Consejos para recuperarse

Finalmente, hay que redefinir el éxito, integrar pasatiempos creativos, espacios de recuperación frecuentes y breves durante el día, saber decir “no”, conocer cuando hace falta activarse desde el eustrés. Son variables que siempre pueden personalizarse según las necesidades y cualidades de quien lo ejerce, así como de la etapa de vida en la que se encuentra el humano.

 

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Acerca del autor:

Alejandra Carrillo
Psicóloga clínica y psicoterapeuta cognitiva-conductual. Tallerista y especialista en psicología bariátrica, enfoque clínico en atención de crisis de primeros auxilios psicológicos.

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