El presente artículo representa una síntesis del Trabajo Final de Máster de Andrea Segarra Gauchía, alumna del Máster en Intervención en Dificultades del Aprendizaje y del Máster en Educación Especial, el cual analiza la importancia que tiene desarrollar la educación emocional en edades tempranas.
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Gestionar las emociones de los más pequeños
La educación emocional supone una novedad para la sociedad actual y un cambio en el sector educativo, puesto que se ha vuelto indispensable que los más pequeños aprendan a manifestar y expresar sus emociones. Así pues, tanto la familia, el contexto social como las instituciones educativas, deben conocer cuáles son las emociones que más afectan a los menores y cuál es su papel.
La familia tiene una responsabilidad decisiva en lo que respecta a una óptima evolución psicológica, cognitiva y emocional del menor. Por este motivo, tener una buena base de desarrollo emocional hará que los pilares de la confianza crezcan de manera segura en los niños, y así ser adultos con capacidad de control emocional y ejercerlo de una correcta manera en sus relaciones sociales y aprendizajes de vida.
Por otro lado, cuando se escolariza a un niño, sus primeros años también son claves para el desarrollo emocional, por lo que, las primeras etapas escolares son de vital importancia.
El desarrollo de competencias emocionales es uno de los principales objetivos que tiene la educación emocional, ya que abarca y engloba toda una vida y hay que fomentarla y desarrollarla acorde con nuestro contexto y nuestro aprendizaje. Su crecimiento comienza en las primeras etapas de vida, es decir, en la etapa educativa de infantil.
Cuando se pretende educar de una manera emocionalmente adecuada a los niños, primero hay que tener una base adecuada de inteligencia interpersonal en la que se hacen diferencias entre las personas, se trabaja la empatía y se practican relaciones sociales que sean beneficiosas y satisfactorias. Por otra parte, se debe desarrollar una inteligencia intrapersonal, es decir, la que gira en torno al autoconocimiento de la persona.
Las emociones positivas son desarrolladas por el bienestar emocional, por lo que se aproxima al concepto de felicidad. Aunque, si no se saben regular y ordenar de manera adecuadas las emociones, no se llegará a alcanzar el objetivo fundamental que, en este caso, sería la aproximación a este sentimiento.
Las investigaciones realizadas sobre este tema aportan un mayor conocimiento a los profesionales que trabajan con niños para poder influenciarles y ayudarles a desarrollar sus potenciales de una manera emocional y a construir su bienestar, pudiendo evitar futuras apariciones de trastornos y psicopatologías. El fluir, el bienestar emocional, la felicidad y las emociones positivas son los temas más importantes que la psicología positiva quiere transmitir. Por lo que, se hará hincapié en los rasgos y aspectos de la vida de la persona que sean más positivos. El bienestar de una persona es también sinónimo de felicidad por lo que, las emociones positivas de una persona, hace que llegue a un estado feliz de su vida en todos sus aspectos.
Las fortalezas pueden ser enseñadas y aprendidas, por lo que en el ámbito educativo se pueden poner en práctica y desarrollarlas mientras que los alumnos están en relación con su grupo de iguales, de esta manera están entrenándose para adquirirlas en sociedad.
Así pues, a medida que el niño va creciendo, éste poco a poco empieza a experimentar otras emociones, como la vergüenza y la timidez. De manera, que podemos afirmar que el desarrollo de las emociones está ligado al aprendizaje social. Expresar emociones en un contexto social ayuda a la supervivencia del individuo, aunque en este caso son más frecuentes las emociones negativas que las positivas, pues estas últimas no son vitales para la supervivencia. Las primeras experiencias de viven tan intensamente que la impulsividad y el poco manejo que se tiene de expresión de las mismas hacen que surjan de manera espontánea.